Continuamente hablo con hosteleros y en muchos de ellos veo
desánimo, lo que no es de extrañar viendo la desastrosa situación económica.
Suben los costes (todos), disminuye el gasto fuera del hogar, se ven locales vacíos…
Pero ¿por qué otros están llenos? ¿Tienen acaso la varita mágica? Una cosa está
clara: nunca hay que dejar de intentarlo: de escuchar al cliente, de saber qué
pide, de ajustarse a sus demandas… y ojo: de ver cómo lo hace la competencia
triunfadora, que la hay. En este post os
muestro algunas cosas que hacen otros, y que se basan en conceptos simples:
promociones imbatibles y solidarias, platos atractivos, lujo asequible, productos
castizos… y niños y mujeres, primero.