Lo prometido es deuda, y aunque con retraso, quiero contaros en este post mis impresiones sobre el Salón de Gourmets, que se celebró del 10 al 13 de marzo y algunas cosas curiosillas que tuve la oportunidad de ver y catar in situ...
Gourmets volvió a demostrar una vez más su enorme poder de convocatoria |
Lo primero que he decir es que la crisis se dejó notar en esta edición de Gourmets y el salón estuvo más flojillo, tanto en espacio de exposición (dos de los pabellones estaban muuuy recortaditos, tuneados con paneles) como en número de expositores, todo hay que decirlo. La proximidad de la poderosa Alimentaria pesa, y mucho, y de hecho muchos habituales de Gourmets han tenido que elegir entre acudir a una feria o a otra, que no está el horno para bollos. Algunos las alternan, y este año toca Alimentaria.
El recorte se ha notado también en el tamaño y fasto de los stands, en general más pequeños y con menos diseño, y muchos de ellos compartidos entre varias empresas. Especialmente significativo es el aumento de la zona "Gallery", eufemismo para denominar a una larga pared de micro -stands de 1 m2 donde el expositor disfruta de una mesita alta, dos taburetes y con suerte de una pequeña estantería donde colocar su producto, si cabe. Una solución low cost pero ojo, con mucha aceptación. "Yo vengo a la feria para ver a varios clientes y distribuidores, con estar localizable en este punto físico me basta y me sobra", me comentó más de un "galerista". Y probablemente le fuera tan bien o mejor que otras empresas en un stand al uso. Al final, la cosa es estar y ser visto.
También me llamó la atención cierta contención en alimentar a las hordas de hambrientos y sedientos que por arte de magia se multiplican en los pasillos de Gourmets. Incluso algún stand de cierta firma cervecera que habitualmente desempeña el papel de super bar del certamen impidió la entrada a la masa y distribuyó su espumosa bebida a través de una ventana. "El año pasado me pasé la feria cocinando y repartiendo producto", me contaba una expositora valenciana. "Ahora ya he aprendido la lección, y este año no doy nada de nada. Me dedico a atender a los profesionales dentro del stand, y sólo a ellos les doy a degustar el producto".
Todas estas tendencias (micro stands, cuatro empresas en un stand, nada de nada de dar de comer o beber) no son más que indicativos del cambio de modelo ferial que se esta dando en todos los sectores. Ferias más especializadas, concentradas en tiempo y lugar, con stands más pequeños y donde se va al grano, es decir, al negocio. Es lo que viene. O lo que hay.
Bastantes expositores se me quejaron también del exceso de público no profesional, aunque en teoría Gourmets no es un certamen abierto al público. Algo difícil de controlar en una feria de delicatessen, tan atractiva para muchos. "Hay mucho estudiante de escuela de hostelería", me decía un expositor, "Míralo así: son tus potenciales clientes del día de mañana", le respondía yo. "Que les vaya sonando tu marca, por lo menos".
Dicho esto, no me queda más que felicitar a los organizadores de Gourmets. Porque pese a todo, han sabido mantener un salón año tras año, contra viento y marea, aguantando el chaparrón. Frente a la crisis y frente a una cercanísima Alimentaria. Reinventándose y aguantando el tipo. Y pese a todo, Gourmets sigue siendo una feria muy atractiva, golosa en toda la dimensión de la palabra, y en la que hay que estar.
Cosas que me han gustado
En lo referente a nuevos productos no ha habido gran cosa. Entendedme: por "gran cosa" quiero decir cosas que me hayan impresionado, emocionado, sorprendido. Algo innovador, vaya. Lo que más ha habido en el salón han sido, por este orden, vinos, aceites y quesos. La oferta, apabullante: producto de altísima calidad, con una excelente imagen y un packaging muy cuidado.
Todavía recuerdo el chispeante sabor a fresa ácida del nuevo rosado de Azpilicueta, un coupage de viura y tempranito, muy elegante, que tras su frescura oculta gran complejidad técnica, nos contaba su creadora, la enóloga Elena Adell.
O la estilizada figura de la botella del aceite Xertoli, que viste por si sola la mesa de un restaurante. Puro zumo de olivas procedentes de árboles más que centenarios que enamoran a los chefs (y si no, que pregunten en el restaurante Les Cols).
O el cremosísimo y mantecoso queso artesano que elaboran los chicos de Cortes de Muar en un valle de Pontevedra, cuyo secreto es mimar a las vacas como si de bueyes wagyu se tratara...
Atención a otra categoría de producto en alza: la de las cervezas artesanas; en Gourmets hubo una buena representación de pequeñas firmas con un producto sorprendente. Y digo "sorprendente" porque yo no he sabido realmente lo que era una cerveza hasta probar una Archi o una Far West. "Pero esto es increíble, esto no es cerveza, es otra cosa", le dije con lágrimas en los ojos al gerente de esta última tras probar un trago de su Red Wine. "Todo lo contrario: ésto es la auténtica cerveza, maja", me respondió él.
Más cositas inolvideibols: los vinagres de frutas de Casa Alonso (Sabores El Guijo), de tomate, higo, cereza, frambuesa, melocotón o arándano. El toque ácido del vinagre contrasta con el sabor dulce de la fruta, y son perfectos para dar un aire distinto a muchos platos. O las originales mermeladas y gelés de autor que hacen los elfos de Bubub en pleno Mastrazgo, que pueden volver loco a cualquier chef. Un ejemplo: la mermelada "Reina de Carnaval" es una receta com mango, plátano, zumo de naranja, ron, miel y vinagre. No digo más.
No he visto una presentación más bonita para un sobre de jamón ibérico cortado a mano que la de Extrem Puro Extremadura. Y no he probado una galleta más fina, crujiente y sugerente que la galleta al vino de oporto de la portuguesa Sabores Santa Clara.
La coctelería es otro de los sectores al alza no sólo en Gourmets, sino en el sector hostelero y de bebidas en general. Y así de atestado estuvo, por ejemplo, el stand de Te Tonic con sus infusiones para gin-tonics y vodka-tonics, a los que dan un sutil aroma y sabor.
Acabo este rollo con una mención a la firma Pujol's, que me sorprendió porque se dedica al noble arte de madurar chuletas de buey y vaca que previamente adquieren a proveedores muy seleccionados de dentro y fuera de nuestras fronteras. Para ello utilizan un proceso de maduración único en el mundo, empleando luz ultravioleta, ozono y sal del Himalaya. El resultado: carne tierna, jugosa y con grasa infiltrada, plena de sabor. No la probé, pero la ví, y la pinta hablaba por sí sola.
Lo que me lleve de la feria fueron la pizarras de hostelería, me encantaron y cuando las saque en la ultima cena que tuve con mi familia todo el mundo quería las pizarras jajaja os recomiendo que miréis la pagina web, los precios son bastante asequibles y lo puedes comprar directamente en la pagina http://www.klimer.es/46-bandejas-de-pizarra
ResponderEliminarLas infusiones de lateterazul de Pharmadus me parecieron increíbles. Las he recordado cuando hablas de los cócteles con infusiones, porque una vez ví que esta empresa también las hacía
ResponderEliminarGracias por compartir tu contenido. buen artículo! saludos
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